Tegucigalpa, Honduras.- Al menos 1.7 millones de hondureños enfrentarán una crisis o emergencia alimentaria entre mayo y julio, según el más reciente análisis de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF), publicado a finales de abril. De esa cifra, 1.6 millones estarán en fase 3 (crisis) y alrededor de 92 mil personas en fase 4 (emergencia).

Diez departamentos y el Distrito Central se verán gravemente afectados por inseguridad alimentaria aguda. Las regiones con mayor impacto serán Islas de la Bahía, Atlántida, Colón, Cortés, Santa Bárbara, Copán, Ocotepeque, Comayagua, El Paraíso y Olancho, mientras que el resto del país quedará bajo condiciones de crisis alimentaria.

En el corredor seco, la situación se complica aún más por la falta de reservas, el fin de la cosecha de café y el bajo empleo rural. Esto incrementa la vulnerabilidad alimentaria de miles de familias, muchas de ellas sin fuentes estables de ingreso.

Joselino Pacheco, director de la Unidad Técnica de Seguridad Alimentaria (UTSAN) de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), explicó que los próximos meses serán críticos: En junio, julio y agosto hay poca empleabilidad en el área rural, porque inician los ciclos de siembra y la actividad productiva disminuye. Esto reduce los ingresos y aumenta la inseguridad alimentaria”.

El Gobierno, por su parte, ha impulsado programas de apoyo como el bono para la producción, que ya ha beneficiado a unas 550 mil familias. Sin embargo, muchos hogares no productores quedan fuera, y el alto costo de la canasta básica sigue siendo una barrera.

Expertos advierten que es clave fortalecer la empleabilidad rural, no solo para aumentar ingresos, sino también para reducir la dependencia alimentaria. Aunque las acciones gubernamentales han logrado una reducción del 12% en los casos de crisis alimentaria en los últimos tres años, el hambre sigue siendo una realidad persistente en muchas zonas del país.

De cara al período agosto a noviembre, el análisis CIF proyecta una leve mejoría gracias al posible reabastecimiento de granos básicos y condiciones climáticas favorables. Sin embargo, los retos estructurales para garantizar la seguridad alimentaria permanecen intactos. Redacción Wendoly V.V.

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