Un reciente análisis de la Encuesta Social General (GSS, por sus siglas en inglés) realizado en Estados Unidos ha puesto bajo la lupa uno de los temas más delicados en la vida de pareja: la infidelidad. El informe, enfocado en personas de entre 25 y 54 años, explora cómo el prestigio laboral, la estabilidad económica y los valores sociales o religiosos influyen directamente en las probabilidades de que un individuo decida engañar a su pareja.
Prestigio laboral y diferencias de género
Los hallazgos muestran un contraste significativo entre hombres y mujeres. En el caso masculino, los puestos de alto prestigio —como directores, médicos o cirujanos— están vinculados a un 18 % de incidencia en infidelidad, una cifra notablemente superior al 7 % de quienes ocupan empleos de prestigio medio y al 13 % en los de menor valoración social. Según el estudio, los hombres en posiciones de poder resultan más atractivos para establecer relaciones de largo plazo, lo que, paradójicamente, incrementa sus oportunidades de ser infieles.
En el caso femenino, la tendencia es la opuesta. Las mujeres con empleos de menor prestigio reportaron un 21 % de infidelidad, mientras que quienes desempeñan cargos mejor reconocidos presentaron solo un 9 %. Este resultado, según los investigadores, refleja un patrón de desigualdad que asocia la valoración social del trabajo femenino con las dinámicas de pareja.
Economía, desempleo y dependencia
El estudio también identificó que la situación económica es un factor decisivo. Los hombres que dependen financieramente de sus parejas son cinco veces más propensos a cometer infidelidad en comparación con aquellos que tienen ingresos similares. De igual forma, el desempleo se presenta como un detonante: un 20 % de los hombres desempleados admitió haber sido infiel, frente al 11 % de quienes cuentan con un empleo parcial o de tiempo completo. En las mujeres, la diferencia fue menos marcada, con un 16 % en desempleadas frente a un 15 % en empleadas.
Religiosidad: un factor protector
Más allá de lo económico y laboral, el estudio resalta la importancia de los valores sociales. La práctica religiosa constante aparece como un freno ante la infidelidad: solo un 8 % de quienes asisten con regularidad a servicios religiosos reconoció haber engañado a su pareja, frente al 18 % de los no practicantes.
Conclusión del estudio
Los investigadores concluyen que la infidelidad es un fenómeno multifactorial que trasciende el género. No se trata únicamente de hombres o mujeres, sino de cómo influyen variables como el prestigio laboral, la dependencia económica y los valores culturales o religiosos. Estos elementos en conjunto moldean los comportamientos y las decisiones en las relaciones de pareja, dejando claro que la fidelidad, más allá del amor, también se encuentra condicionada por factores sociales y estructurales. Redacción Martha C.C.