Tegucigalpa, Honduras | HonduPrensa.Com – El presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo, cometió un error político que podría costarle más que su credibilidad. Al negar en cadena nacional cualquier vínculo de Libre con el Cartel de Los Soles, desafió de manera directa a la DEA, al Departamento de Justicia y a la Fiscalía Federal del Distrito Sur de Nueva York, entidades que ya manejan informes que contradicen punto por punto su discurso.
Su silencio sobre Carlos Zelaya fue tan estruendoso como revelador. Declaraciones bajo juramento en juicios estadounidenses lo mencionan como un enlace político con operadores de estructuras criminales. Para Washington, omitirlo en una cadena nacional equivale a intentar borrar una pieza clave del expediente.
También evitó referirse al narco-video donde se escucha: “la mitad es para el comandante”. Una frase que fiscales federales han interpretado como evidencia de participación de figuras políticas en procesos de distribución de pagos ilícitos. Ese video no es especulación: está archivado, clasificado y analizado por personal con acceso a materiales de inteligencia.
Más grave aún fue su contorsión al evitar mencionar al propio Mel Zelaya, cuyo nombre ha sido citado en múltiples juicios de narcotraficantes en Nueva York, incluyendo:
– Los Cachiros (2017)
– Tony Hernández (2019)
– Geovanny Fuentes (2021)
– Declaraciones de Alexander Ardón (VSNY)
En esos procesos, Zelaya aparece como actor mencionado en arreglos de protección política, reuniones clave o facilitación de entornos donde los carteles operaban con tranquilidad. Aunque no hay cargos formales, su nombre figura como referencia en documentos que Estados Unidos toma con extrema seriedad.
Redondo omitió todo eso. Lo borró. Lo escondió. Lo silenció. Pero para las agencias estadounidenses, ocultar información relevante en un mensaje oficial puede constituir interferencia, un patrón que ya se ha utilizado en casos de co-conspiración y solicitudes de extradición contra funcionarios hondureños.
Expertos en justicia internacional aseguran que el discurso de Redondo podría ser interpretado como un intento de obstrucción o una maniobra de encubrimiento institucional, dos elementos que han enviado a políticos hondureños a prisiones federales de alta seguridad.
La diputada María Antonieta Mejía lo describió como “un operador acorralado que cree que puede pelear contra la DEA desde un podio”. Agregó que la falta de credibilidad de Redondo es tan profunda que “si sigue desafiando a Estados Unidos, será él quien termine explicando su versión ante un juez federal”.
Con la historia reciente de extradiciones hondureñas como telón de fondo, lo dicho por Redondo no calmó el ambiente. Lo encendió. Estados Unidos no olvida, no perdona y no negocia con políticos que intentan manipular narrativas en investigaciones de narcotráfico. Redondo abrió una puerta que quizás no pueda cerrar. Redacción HonduPrensa.Com

