Las luces del MGM Grand Garden Arena fueron perdiendo fuerza hasta apagarse por completo para dejar paso a dos tenistas que brillan con luz propia. Rafa y Carlos. Nadal y Alcaraz. La leyenda contra el prodigio. Un cara a cara entre los dos siempre es garantía de éxito, de espectáculo, aunque no haya nada más en juego que ganar para reforzar la moral.

 El Slam de Netflix tuvo un final de película. Un partido así merecía acabar con suspense. Hubo que esperar al súper tie break para conocer al ganador. Finalmente, ganó (3-6, 6-4 y 14-12) Alcaraz, aunque eso es lo de menos porque la gente fue a ver show y es lo que tuvo.

Nadal reaparecía después de una fugaz aparición en el torneo de Brisbane, donde cayó en segunda ronda, tras un año fuera de las pistas por una lesión en la cadera que sufrió en el Open de Australia de 2023 y que le obligó a parar, pasar por el quirófano y plantearse su futuro tenístico, a los 37 años. Alcaraz tampoco ha empezado bien la temporada. El tenista murciano jugó el último partido en el circuito el 21 de febrero cuando tuvo que retirarse en su debut en el torneo de Río de Janeiro por un esguince en el tobillo derecho del que todavía está recuperándose. En el menú de la velada: ovaciones, bromas cruzadas, juego de baja intensidad, puntos de fantasía, discursos de admiración mutua y emociones para los fans.

La noche de Las Vegas fue para la celebración, pese a las sombras que acechan el estado físico de sus dos protagonistas. Nadal salió a dejar claro desde el primer momento el motivo por el que su nombre está escrito con letras doradas. Se llevó el primer set de manera contundente con golpes que humanizan sus palabras. “Físicamente estoy bien”. Su hoja de ruta lo demostraba. Potente saque que obligaba al resto imperfecto de Alcaraz y subida a la red para atacar. Carlitos probó a ganarle la altura con un globo que provocó la brillante respuesta de Rafa.

Parecía que le podía superar, pero dio dos pasos atrás y golpeó sin mirar a la pelota para apuntarse el punto y poner al MGM Grand Garden Arena. Los creadores de este espectáculo lo llaman el Slam de Netflix, que es una manera grandilocuente de referirse a un simple partido de exhibición, pero a los estadounidenses les gustan este tipo de espectáculos ultraprocesados. Máxime si se celebran en Las Vegas y son auspiciados por alguno de sus grandes casinos, lo que siempre le confiere un enorme interés desde el punto de vista de las apuestas y el juego más o menos organizado.

Con información de Infobae

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