Washington.- El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, teme que Taiwán se convierta en una nueva Ucrania y ha acelerado sus planes para contener a China mediante la revitalización de la OTAN y el fortalecimiento de alianzas en la región de Asia Pacífico.
Biden quiere que la próxima cumbre de líderes de la OTAN en Vilna el 11 y 12 de julio sirva para dejar claro a Pekín que cualquier acción que amenace la integridad territorial de Taiwán enfrentará una gran resistencia internacional, tal y como Rusia ha visto tras su invasión a Ucrania.
Según dijo a EFE una fuente familiarizada con las deliberaciones dentro de la OTAN, China tendrá un papel secundario durante la cumbre y posiblemente solo será mencionada públicamente en relación con su papel en la guerra en Ucrania, ya que ha intentado actuar de mediador mientras sigue manteniendo una relación estrecha con Rusia.
Sin embargo, los mayores cambios se han producido entre bastidores con Estados Unidos haciendo un gran esfuerzo en los últimos meses para incluir a China en la agenda de la OTAN, indicó esa fuente.
Como resultado, Estados Unidos ha unido fuerzas con países como Canadá, el Reino Unido y Lituania para que la OTAN preste más atención a China, aunque otros miembros como Francia y Alemania argumentan que enfocarse demasiado en Pekín podría acabar por hacer que el gigante asiático se sienta amenazado.
Pese a las diferentes posturas, la OTAN ya dejó claro el año pasado que la era de ignorar a China había acabado.
El nuevo Concepto Estratégico, que fue aprobado en 2022 en la cumbre de líderes en Madrid y que servirá de hoja de ruta a la Alianza Atlántica durante la próxima década, establece que las ambiciones y “políticas coercitivas” de China “desafían” los intereses, valores y la seguridad del club transatlántico.
De acuerdo con la citada fuente, el Gobierno de Biden ha aprovechado ese giro en la política oficial de la OTAN para acelerar sus acciones para contener a China, ya que le preocupa que después de Ucrania surja un conflicto en Taiwán, una isla autónoma que China considera como parte de su territorio y que recibe una gran cantidad de armamento de Washington.
Una muestra de ese mayor énfasis de la OTAN en China será la asistencia a la cumbre de Vilna de los líderes de Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda y Australia, quienes ya fueron invitados el año pasado.
Aparte de sus esfuerzos diplomáticos en la OTAN, el Gobierno de Biden ha tejido una red de alianzas militares en el Asia Pacífico.
En concreto, Biden promovió la creación en 2021 del pacto tripartito AUKUS (acrónimo en inglés de Australia, el Reino Unido y Estados Unidos), que ya ha resultado en un proyecto para dotar a Canberra de submarinos de propulsión nuclear.
También ha revitalizado el Quad, la alianza de defensa conformada por Japón, Estados Unidos, Australia e India, que fue creada en 2007 y se mantuvo inactiva durante años.
Asimismo, el presidente estadounidense ha renovado sus alianzas militares con Japón y Corea del Sur, ha anunciado la venta de algunos de sus drones más avanzados a la India, y ha firmado un acuerdo con Filipinas para obtener acceso a cuatro bases militares en suelo filipino, una de ellas a tan solo 400 kilómetros de Taiwán.
Todas esas nuevas alianzas forman parte de una “estrategia de disuasión” destinada a mostrar a China que, si ataca a Taiwán, se enfrentará a serias consecuencias, afirmó en declaraciones a EFE el catedrático de Historia y Relaciones Internacionales de la Universidad Vanderbilt, Thomas Schwartz.
Según Schwartz, la estrategia de disuasión con Rusia falló porque el presidente ruso, Vladímir Putin, acabó dando la orden de invadir Ucrania, y por eso, Washington, escarmentado, quiere dejar claro a China que habrá consecuencias si invade Taiwán.
La tensión por Taiwán ha aumentado en los últimos meses con un incremento de maniobras chinas de alta intensidad en el estrecho de Taiwán, especialmente después de la visita a la isla en agosto de 2022 de la entonces presidenta de la Cámara Baja de EE.UU., Nancy Pelosi.
Si el Gobierno chino intentara anexionarse Taiwán, Estados Unidos podría verse obligado a intervenir, lo que podría desembocar en una guerra abierta con China.
Hasta ahora, Estados Unidos ha mantenido una posición de “ambigüedad estratégica” hacia la isla, en concordancia con el Acta de Relaciones de Taiwán que firmó en 1979 y que compromete a Washington con la defensa de Taiwán, algo que se manifiesta en el envío de grandes cantidades de armamento, pero deja en el aire si intervendría en caso de un ataque chino.
Por su parte, China reclama la soberanía de la isla y considera a Taiwán una provincia rebelde desde que los nacionalistas del Kuomintang se replegaron allí en 1949 tras perder la guerra civil contra los comunistas. EFE