Tegucigalpa, Honduras.- Hoy, 10 de septiembre, Honduras conmemora el Día del Niño y la Niña, una fecha que, pese a su simbolismo, expone la profunda deuda social que el país mantiene con su infancia. Mientras políticos reparten piñatas, dulces y discursos, más de 20 mil menores viven en condición de calle, enfrentando hambre, abandono, frío y violencia cotidiana.
La celebración oficial no logra ocultar los problemas estructurales que afectan a la niñez: abusos sexuales, trabajo infantil, embarazos prematuros, exclusión del sistema educativo y violencia letal. Entre enero y agosto de este año, más de 400 menores fueron asesinados, según datos de Casa Alianza, y 700 niños, niñas y adolescentes están desaparecidos, de acuerdo con el Conadeh.
El Día del Niño fue instaurado en Honduras en 1990, tras la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño, un compromiso internacional que, en la práctica, aún enfrenta grandes retos para garantizar protección y oportunidades reales.
Expertos y organizaciones defensoras de la infancia advierten que la fecha debería ser un llamado a la acción, y no solo una jornada simbólica de celebraciones. “La niñez hondureña no necesita caramelos ni discursos; necesita protección real, oportunidades y justicia”, señalan activistas.
En un país donde crecer sigue siendo un privilegio, la conmemoración de hoy se convierte más en un grito de auxilio que en una fiesta, recordando a la sociedad y a las autoridades que los niños merecen algo más que sonrisas efímeras: merecen derechos garantizados y una vida digna. Redacción Ruth Corrales.