Ciudad del Vaticano.– El Sínodo, la cumbre vaticana que ha reunido en el último mes a obispos y laicos de todo el mundo para abordar temas de calado en la iglesia, toca a su fin con el rol de la mujer en el centro del debate, pero sin lograr grandes avances.
El cierre solemne de este encuentro lo protagonizará el papa este domingo con una misa en la basílica de San Pedro, pero mañana sábado los miembros del Sínodo deberán leer y votar el documento con las conclusiones que ya se ha empezado a redactar este viernes.
Esta institución fue instituida por el papa Pablo VI en 1965 como un foro en el que los obispos llegados de todo el mundo abordaban las cuestiones de mayor calado para la Iglesia católica, a la luz del revolucionario Concilio Vaticano II.
Sin embargo, el papa Francisco, en una decisión histórica, no solo abrió estas reuniones a laicos y mujeres, sino que también les otorgó por primera vez derecho a voto en el documento final.
Este texto será de gran importancia, ya que servirá de base para una futura y previsible exhortación apostólica con indicaciones sobre los temas tratados durante las largas jornadas de debates.
Este Sínodo empezó a prepararse en 2021 centrado en la «sinodalidad», es decir, la unidad eclesial, y ha contado con 358 «padres sinodales», entre ellos 272 obispos y 53 mujeres.
La asamblea del pasado año terminó pidiendo un mayor estudio de cuestiones muy controvertidas como el diaconado femenino, el celibato o la acogida de personas de «diferentes orientaciones sexuales» (en el documento se evitó usar las siglas ‘LGTBIQ+’).
Sin embargo, pese a que las expectativas eran altas al inicio de este nuevo encuentro, lo cierto es que se han ido desinflando.
Por ejemplo, en el tema del diaconado femenino, es decir, una forma de servicio eclesial por mujeres, el secretario especial del Sínodo ha avanzado que «no es momento de tomar una decisión».
Mientras que el prefecto para la Doctrina de la Fe, el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, ha zanjado que el papa cree que esta cuestión «no está madura» y ha pedido a los miembros del Sínodo «no entretenerse ahora con esa posibilidad».
Este cierre ha irritado a algunos participantes y este jueves el purpurado argentino, guardián de la fe católica y mano derecha del pontífice, defendió ante los padres sinodales que la Iglesia trabaja «para dar más espacio y poder» a las mujeres.
Por otro lado, lo que ha emergido durante las intervenciones del Sínodo ha sido la necesidad de escuchar más a personas «excluidas» tradicionalmente por la iglesia, como los homosexuales.
El prefecto del Dicasterio (ministerio vaticano) de Comunicación, Paolo Ruffini, explicó en una de las ruedas de prensa diarias que los miembros reclaman «un mayor diálogo» y «escucha activa».
El tema está candente tras la publicación, en diciembre de 2023, de un documento (‘Fiducia Supplicans’) con el que el papa, en un gesto revolucionario, permitió la bendición informal, sin rituales, de parejas homosexuales o «irregulares», algo a lo que se oponen férreamente obispados como los africanos, presentes en el Sínodo.
Además, la publicación del documento de la Congregación de la Doctrina de la fe sobre la ‘discutida» aprobación de bendecir a las parejas homosexuales también cerró este tema.
Otra de las cuestiones candentes es la necesidad de «implicar más a los laicos en la elección de obispos» para que «puedan servir mejor en una diócesis», según ha relatado el prefecto del Dicasterio de los Obispos, Robert Frances Prevost.
A la espera de conocer las conclusiones del Sínodo, y la división que han podido suscitar, esta asamblea se ha visto aderezada con una petición de perdón por parte del papa y la Curia por los abusos a menores y por la publicación de la cuarta encíclica de Francisco, la ‘Dilexit nos’, para un mundo que a su juicio «está perdiendo el corazón».
Pero asimismo se ha visto sacudido por los llamamientos a la paz de los obispos llegados de Oriente Medio o Ucrania.
Con información de EFE