Tegucigalpa, Honduras.- Honduras se despierta este 1 de mayo con consignas, pancartas en las manos y cientos de pasos en las calles. Desde Tegucigalpa hasta San Pedro Sula, pasando por ciudades intermedias, miles de trabajadores hondureños salieron a marchar, no solo para conmemorar el Día Internacional del Trabajador, sino también para gritar que su dignidad aún no ha sido reconocida.
Acompañados de carteles que claman por empleo digno, seguridad social y justicia laboral, las movilizaciones han dejado claro que para muchos, este día no es una celebración, sino una jornada de resistencia.
Un país atrapado en la informalidad
El 75% de la población económicamente activa de Honduras trabaja en la informalidad, según cifras oficiales. Eso significa millones sin seguro, sin salario mínimo garantizado y sin derechos básicos protegidos por ley. Además, más de 2.1 millones de personas están subempleadas, muchas sobreviviendo con ingresos por debajo del umbral mínimo.
Aunque el gobierno ha lanzado incentivos para el empleo juvenil, la falta de oportunidades empuja a la juventud a migrar o aceptar trabajos esporádicos y mal remunerados.
Marchas entre esperanza y manipulación política
Este año, los sindicatos alzaron la voz contra la politización del 1 de mayo. “La lucha laboral debe estar libre de banderas partidarias”, advirtió José Luis Baquedano, dirigente de la CUTH. Aun así, se anticipa la participación de figuras políticas en las marchas, lo que podría diluir el verdadero propósito de la jornada: visibilizar la precariedad laboral.
Feriado para algunos, trabajo obligatorio para otros
Aunque el 1 de mayo es oficialmente feriado en Honduras, miles de personas no lo sienten así. Desde vendedores ambulantes hasta choferes de transporte público, trabajan sin el pago doble que por ley deberían recibir.
Un llamado urgente a transformar el trabajo en Honduras
Este Día del Trabajador, Honduras enfrenta una paradoja: una clase trabajadora fuerte y luchadora, pero desprotegida e ignorada. Las marchas no solo conmemoran un día, sino que envían un mensaje potente: es tiempo de cambios reales y políticas que dignifiquen el trabajo.
Mientras haya precariedad, desigualdad e informalidad, el 1 de mayo seguirá siendo un día de lucha, no de fiesta. Redacción Wendoly V.V.