Tegucigalpa, Honduras.- Desde las aguas resilientes de la bahía de Tela, Honduras, hasta los arrecifes en declive del sur de Florida, una revolución científica y ecológica está ocurriendo bajo el mar. Por primera vez, se ha autorizado el cruce internacional de corales silvestres, un experimento sin precedentes que busca frenar una de las amenazas más urgentes del cambio climático: la pérdida acelerada de los arrecifes coralinos.

El protagonista de esta historia es el coral cuerno de alce (Acropora palmata), una especie crucial para la salud del ecosistema marino del Caribe, que ha desaparecido en más del 95 % en Florida debido al aumento de la temperatura oceánica, el desarrollo costero y enfermedades devastadoras. “El punto crítico fue en 2023, con una ola de calor marina sin precedentes”, advirtió el biólogo Andrew Baker, de la Universidad de Miami. “Para salvar esta especie, necesitábamos buscar diversidad genética fuera de nuestras fronteras”.

Tela: el refugio natural de los corales resistentes

En la bahía de Tela, donde las condiciones marinas son cada vez más extremas, el coral cuerno de alce no solo sobrevive: resiste y se adapta. Esta fortaleza natural lo convirtió en el candidato ideal para revitalizar los arrecifes de Florida.

Gracias al trabajo conjunto entre el centro de investigación Tela Marine, el Acuario de Florida y la Universidad de Miami, fragmentos del coral hondureño fueron recolectados, autorizados por las autoridades y enviados vivos a Estados Unidos.

Nace el coral Flonduran: la fusión de dos mundos

En los laboratorios estadounidenses, el coral hondureño fue cruzado con especies locales, dando origen a una variedad híbrida única: el coral Flonduran, símbolo de colaboración entre Honduras y Florida.

Este mes, los primeros Flonduran fueron plantados en arrecifes de Florida, protegidos con sombrillas marinas para evitar la depredación y asegurar su adaptación. “Si estos corales sobreviven el próximo verano, podrían ser la clave para fortalecer la protección costera del estado”, explicó Keri O’Neil, directora de conservación del Acuario de Florida.

Los arrecifes sanos no solo albergan vida marina. Son barreras naturales contra huracanes, marejadas e inundaciones, protegiendo comunidades enteras.

Cooperación internacional para proteger la vida

El proyecto apenas comienza. “Necesitamos plantar cientos de miles de corales bebés a lo largo del arrecife”, enfatiza Baker. Para lograrlo, se requiere financiamiento internacional, apoyo logístico y compromiso institucional sostenido.

La restauración coralina es hoy un asunto de seguridad climática, y Honduras ha aportado más que corales: ha ofrecido esperanza en forma de vida marina resiliente.

El Flonduran es mucho más que un cruce genético. Es una respuesta concreta a la emergencia climática global, una alianza transnacional entre ciencia, naturaleza y humanidad.

Y mientras los corales luchan por su supervivencia, también luchan por protegernos a todos. Redacción Ruth Corrales

¡DIOS BENDIGA A HONDURAS!