Jan Yunis, Gaza .- Cuando los primeros autobuses de la Cruz Roja se abren paso lentamente entre la multitud a las puertas del Hospital Nasser de Jan Yunis, en el sur de Gaza, esta se abalanza sobre ellos. Entre besos y lágrimas, recibe a más de mil gazatíes a los que el Ejército israelí detuvo durante los más de dos años de ofensiva en la Franja.
Desde las escaleras externas del hospital, aún con manchas negruzcas después de que Israel las bombardeara a finales de agosto, decenas de personas (entre ellas muchos niños) asoman la cabeza para ver uno de los símbolos del final de la guerra que ha asolado sus hogares.
«Me detuvieron en el hospital Kamal Adwan (de Beit Lahia, norte de la Franja), fui el único periodista allí», cuenta a EFE Islam Ahmed. A pesar de las ojeras oscuras y profundas que le atraviesan la mirada, se le escapan sonrisas mientras explica su historia una vez de vuelta en Gaza.
«Sobre las condiciones de detención: Fueron muy miserables. ¡Los maltratos con golpes y la humillación no eran nada fáciles!», explica. Antes de su detención pesaba 106 kilogramos y ayer, cuando le pesaron antes de su puesta en libertad, 76.
Cuando la puerta de uno de los autobuses se abre, lo primero que la multitud encuentra es a uno de los presos desplomado en el suelo del vehículo. Los miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja tienen que sacarle en brazos y trasladarle corriendo al hospital.
Entre quienes logran salir de los buses por su propio pie, hay muchas diferencias. Hay quienes lo hacen abrazados y acariciando a sus familiares, mientras que para otros el abrazo es más bien un apoyo, ya que no pueden caminar bien. Algunos se suben a los hombros de sus compañeros y aprovechan la altura para buscar a los suyos.
La mayoría están muy pálidos y su delgadez queda oculta bajo los chándales grises que visten, marcados en el pecho con el logo del Servicio de Prisiones de Israel.
La inmensa mayoría (1,718, según las asociaciones de prisioneros) son, sin embargo, personas a las que Israel detuvo durante su operación militar en Gaza bajo el sistema de «detención administrativa»: sin presentar cargos, sin juicio y por periodos prorrogables de manera indefinida.
«Muchos prisioneros, en particular los de la Franja de Gaza, presentaban claros signos de tortura física y psicológica, y se documentaron casos de abuso hasta los últimos momentos de su liberación», denunció el lunes la Comisión de Asuntos de los Detenidos y Exdetenidos y el Club de Prisioneros.
Juma Said Hamdine relata abrazado a su hijo los abusos que sufrió en prisión. Sus ojeras y las canas de una barba descuidada le hacen parecer mayor a pesar de tener 38 años. Con información de EFE.