El reciente fortalecimiento de la cooperación militar entre Corea del Norte y Rusia ha transformado el panorama de seguridad en Asia, al dotar al régimen de Kim Jong Un de capacidades nucleares y tecnológicas que hasta hace poco parecían inalcanzables. La inminente participación de Kim en el desfile militar del Día de la Victoria en Pekín, junto a Vladimir Putin y Xi Jinping, simboliza no solo una alianza estratégica, sino también un desafío abierto al orden global liderado por Occidente, según The Washington Post.

El dictador norcoreano, que no visitaba China desde 2019, se sumará a otros 25 jefes de Estado en una ceremonia donde Xi exhibirá el Ejército Popular de Liberación, con cientos de tanques, misiles y sistemas antidrone de última generación. Este evento, más allá de su carga simbólica, podría servir de inspiración para Kim, quien desde 2021 impulsa un ambicioso plan quinquenal para expandir el arsenal nuclear de su país, una meta que, en su momento, fue considerada poco realista por la mayoría de los analistas.

El contexto internacional ha jugado a favor de Pyongyang. Un año después de que Kim anunciara sus objetivos, Rusia inició la guerra en Ucrania, lo que propició una nueva etapa de acercamiento entre ambos países. Según Bruce Bennett, experto en asuntos militares norcoreanos del centro de estudios Rand, “Kim avanzó mucho más de lo que muchos esperaban. Creo que la ayuda rusa ha sido importante”. La colaboración se ha traducido en un intercambio: Corea del Norte ha suministrado artillería y, a cambio, Moscú habría proporcionado tecnología militar y apoyo económico.

El respaldo de Putin ha incrementado la confianza de Kim, quien ahora podría asumir posturas más arriesgadas y provocadoras, especialmente hacia Corea del Sur.

Go Myong-hyun, investigador del Instituto para la Estrategia de Seguridad Nacional de Seúl, advirtió: “En el futuro, si los norcoreanos detectan el momento adecuado, realmente pueden causar una enorme inestabilidad en la región”.

La asistencia rusa ha permitido a Corea del Norte avanzar en áreas tecnológicas que antes parecían fuera de su alcance, incrementando la amenaza que representa para Estados Unidos y sus aliados. No obstante, persisten dudas sobre el grado real de desarrollo de su arsenal.

Pyongyang no ha realizado pruebas nucleares desde 2017 y, según Vann H. Van Diepen, exfuncionario del Departamento de Estado de Estados Unidos, los resultados de los ensayos armamentísticos desde 2021 han sido “una mezcla o imposibles de verificar”.

Aun así, cada lanzamiento fallido ofrece a los ingenieros norcoreanos la oportunidad de aprender y perfeccionar sus sistemas. Van Diepen subrayó: “Quieren demostrar claramente que cuentan con una fuerza diversificada y, por tanto, capaz de sobrevivir”, en referencia a la capacidad de represalia nuclear del país.

Desde 2023, tras la reunión entre Kim y Putin en un cosmódromo del Lejano Oriente ruso, Corea del Norte habría recibido sistemas de defensa aérea y misiles antiaéreos, modernizando así su obsoleta fuerza aérea.

Yang Uk, especialista militar del Instituto Asan de Estudios de Políticas en Seúl, alertó: “Lo que debemos vigilar con extrema atención es si la tecnología norcoreana avanza explosivamente con la ayuda rusa. Eso conduciría a una proliferación tecnológica que no podríamos revertir”.

Entre los avances más notables desde 2021 figura la miniaturización de ojivas nucleares. En marzo de 2023, Pyongyang presentó la Hwasan-31, una ojiva táctica de solo 45 centímetros de diámetro (18 pulgadas), lo que sugiere progresos en la reducción de tamaño, según la organización Open Nuclear Network.

Sin embargo, no se ha probado esta ojiva mediante detonación, ni se ha demostrado que el régimen haya dominado la tecnología de reentrada necesaria para que un misil con cabeza nuclear soporte las condiciones extremas al regresar a la atmósfera y alcance su objetivo.

El desarrollo de una bomba de hidrógeno “supergrande”, mucho más destructiva que las bombas atómicas convencionales, sigue siendo un objetivo declarado de Kim, aunque se desconoce el estado actual de este proyecto. La última prueba nuclear norcoreana, en 2017, generó un sismo de magnitud 6,3, lo que dio cierta credibilidad a la afirmación de que se trató de una bomba de hidrógeno.

Desde entonces, China, principal socio comercial de Corea del Norte, habría desaconsejado nuevas pruebas, según expertos. No obstante, el régimen continúa produciendo uranio apto para armas, como evidencian las imágenes difundidas en 2023 de Kim visitando una planta de enriquecimiento.

En el ámbito de los misiles, Corea del Norte ha realizado progresos tangibles. En los últimos cuatro años, ha lanzado misiles balísticos intercontinentales capaces de alcanzar el territorio continental de Estados Unidos, así como misiles “tácticos” de corto alcance dirigidos a Corea del Sur y Japón. En 2023, logró poner en órbita un satélite de reconocimiento militar tras dos intentos fallidos, una capacidad que Putin se comprometió públicamente a ayudar a desarrollar.

El siguiente paso en la agenda de Kim es la creación de vehículos de reentrada múltiple e independiente (MIRV), que permitirían a un solo misil transportar varias ojivas nucleares hacia diferentes objetivos. Esta tecnología, compleja de dominar, podría saturar los sistemas de defensa antimisiles de Estados Unidos y sus aliados, al obligarlos a responder a ataques simultáneos en múltiples ubicaciones.

En marzo, Pyongyang difundió imágenes del casco de lo que describió como su primer submarino nuclear en construcción, uno de los objetivos prioritarios del plan quinquenal de Kim. Un submarino de propulsión nuclear, capaz de permanecer sumergido mucho más tiempo que uno diésel, representaría un salto tecnológico considerable. Sin embargo, su desarrollo requiere una inversión elevada y tecnología sofisticada, incluida la integración de un reactor nuclear a bordo. Solo seis países han logrado operar este tipo de submarinos, entre ellos Rusia, que, según varios expertos, podría estar dispuesta a colaborar.

El desarrollo de armas hipersónicas es otro frente en el que Corea del Norte ha avanzado. Estos misiles, que viajan a más de cinco veces la velocidad del sonido y a baja altitud, son difíciles de detectar e interceptar, y ofrecen una maniobrabilidad superior a la de los misiles balísticos tradicionales. Desde 2021, el régimen ha probado varios misiles que afirma son hipersónicos. El siguiente desafío consiste en lanzar con éxito un vehículo planeador hipersónico (HGV), tecnología que incluso las principales potencias militares aún perfeccionan.

En enero, Corea del Norte probó el Hwasong-16B, un nuevo misil balístico de alcance intermedio capaz de llegar a Guam y Filipinas. Según Pyongyang, el misil voló más de 1.500 kilómetros (930 millas) a 12 veces la velocidad del sonido. Aunque Seúl calificó la estimación de distancia como “engaño”, el exministro de Defensa surcoreano reconoció que el régimen progresa y “tendrá éxito algún día” dada la prioridad asignada al proyecto.

La cooperación entre Rusia y Corea del Norte se extiende incluso a la producción del dron Geran, versión rusa del dron suicida iraní Shahed, según la agencia de inteligencia ucraniana. Instructores rusos estarían trabajando en territorio norcoreano para entrenar a pilotos de drones, de acuerdo con una publicación de julio en Telegram de Andriy Kovalenko, jefe del Centro para Contrarrestar la Desinformación del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania.

¡DIOS BENDIGA A HONDURAS!